Cultura

Alburquerque dedica este año su festival medieval a Don Beltrán de la Cueva

Del 14 al 16 de agosto, se celebra la XXX Edición de una de las recreaciones históricas más longevas y emblemáticas del panorama cultural nacional.

La Junta de Extremadura respalda la celebración de la trigésima edición del Festival Medieval 'Villa de Alburquerque' que, desde 1994, ha sido testimonio de la implicación ciudadana, la riqueza patrimonial y el dinamismo cultural de la región, consolidándose como un referente intergeneracional de participación.

Durante los días 14, 15 y 16 de agosto el municipio de Alburquerque se transformará en escenario de la historia, proponiendo a los visitantes un viaje en el tiempo por el corazón del barrio medieval y los alrededores del Castillo de Luna.

La edición de este año estará vertebrada en torno a la figura histórica de Don Beltrán de la Cueva, primer Duque de Alburquerque, hilo conductor de una programación que incluye teatro de calle, danzas moras, cristianas y aldeanas, exhibiciones de armas, bodas judías y cristianas, así como pasajes más oscuros de la Edad Media, como la tortura o el aquelarre.

Entre las novedades, destaca el Castillo Musicado 2.0, que permitirá redescubrir el Castillo de Luna a través de un montaje sensorial, así como conciertos y representaciones teatrales que se suman a una amplia oferta artística: teatro, danza, música, improvisaciones callejeras y juegos medievales que toman vida en plazas, calles y rincones llenos de historia.

Además, este año se refuerza el aforo de graderíos en el palenque norte del Castillo con 150 localidades adicionales, garantizando mayor seguridad y comodidad para los asistentes.

El festival vuelve a reivindicar la convivencia de las tres culturas "árabe, judía y cristiana", a través de casas de ambientación que permitirán a los visitantes conocer sus costumbres, formas de vida y legado cultural.

No faltará el tradicional Mercado Medieval, con productos artesanales, ni los Mesones donde degustar la mejor gastronomía local en vajilla de barro, consolidando así la dimensión sensorial y participativa de esta celebración.