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14 julio 2025
En cualquier entorno, contar con medidas de seguridad eficaces es esencial para minimizar daños en caso de incendio. Uno de los elementos más importantes —y a menudo subestimado— es el extintor. Aunque pueda parecer un recurso estándar, la elección del tipo adecuado depende directamente del tipo de fuego que pueda producirse y del contexto en el que se utilice.
Ignorar esta especificidad puede comprometer tanto la eficacia de la respuesta como la seguridad de las personas. Por ello, conocer las clases de fuego y el tipo de extintor recomendado para cada una resulta vital, tanto en viviendas como en instalaciones industriales o vehículos.
Para entender por qué no todos los extintores sirven para cualquier situación, conviene conocer la clasificación del fuego. En Europa, el sistema de clases permite identificar el tipo de material combustible involucrado:
Clase A: Fuegos provocados por materiales sólidos como madera, papel o textiles.
Clase B: Incendios originados por líquidos inflamables como gasolina, alcohol o pintura.
Clase C: Fuegos donde intervienen gases como butano o propano.
Clase D: Incendios con metales combustibles, habituales en entornos industriales.
Clase F: Fuegos generados por aceites o grasas de cocina, especialmente en freidoras.
Cada clase requiere un agente extintor específico para controlarse con eficacia y sin agravar la situación.
En el entorno doméstico, el riesgo principal proviene de fuegos de clase A, B y F. Las cocinas, por ejemplo, concentran varios peligros: desde cortocircuitos en electrodomésticos hasta derrames de aceite caliente.
Un extintor de espuma o de polvo ABC suele ser la opción más versátil en viviendas. El modelo de polvo es capaz de actuar sobre fuegos sólidos, líquidos y gaseosos, mientras que el de espuma destaca en la extinción de líquidos inflamables y ofrece menor residuo. Para cocinas, se recomienda incluir uno de clase F, especializado en aceites.
En portales, garajes o trasteros, la normativa exige la instalación de extintores accesibles y señalizados. Estos deben ubicarse a una distancia máxima de 15 metros y mantenerse revisados al menos una vez al año por una empresa certificada.
En este tipo de espacios, los extintores de polvo polivalente ABC son los más utilizados, por su capacidad de abarcar varios tipos de fuego. Su uso es recomendable tanto en zonas cerradas como abiertas, ya que su agente extintor no es conductor y actúa con rapidez.
En entornos laborales como oficinas, clínicas o tiendas, los riesgos pueden variar. Equipos eléctricos, mobiliario inflamable y materiales diversos deben tenerse en cuenta a la hora de escoger el equipo adecuado.
El extintor de CO? es especialmente útil en presencia de material eléctrico, ya que no deja residuo y no es conductor. En cambio, si se almacena mercancía o productos químicos, puede ser necesario combinarlo con unidades de polvo ABC o espuma.
En todos los casos, es fundamental que el personal sepa cómo actuar y que los extintores estén visibles, cargados y con el etiquetado en regla.
En espacios industriales, los riesgos de incendio se multiplican por la presencia de maquinaria, combustibles, chispas y material inflamable. Aquí, la elección del extintor se debe hacer tras una evaluación técnica del entorno, contemplando también la ventilación y el acceso a las zonas de riesgo.
Extintores de CO?: ideales para cuadros eléctricos o zonas con riesgo eléctrico elevado.
Extintores de polvo ABC o BC: efectivos en líquidos inflamables y gases.
Extintores especiales clase D: requeridos si se manipulan metales como magnesio o sodio.
El Reglamento General de Vehículos establece la obligatoriedad del extintor en determinados tipos de transporte, como autocares, camiones de mercancías peligrosas y vehículos industriales. Aunque no siempre es obligatorio en turismos particulares, su incorporación es una medida de seguridad recomendable.
Los extintores homologados para vehículos suelen ser de polvo seco, de 1 o 2 kg, por su eficacia frente a fuegos de motor o gasolina. Deben estar firmemente sujetos y ser fácilmente accesibles desde el puesto del conductor.
En restaurantes, hoteles o comedores, las cocinas son el punto más crítico. El aceite sobrecalentado puede generar incendios difíciles de controlar si no se utiliza el extintor correcto.
Los modelos de clase F están diseñados para sofocar fuegos en aceites y grasas vegetales o animales. Actúan creando una capa jabonosa que aísla el oxígeno, deteniendo la combustión sin riesgo de reavivamiento.
En zonas comunes, se suman modelos de polvo o CO? según las instalaciones eléctricas o los productos presentes.
Tener un extintor no basta. Para garantizar su eficacia, debe mantenerse en buen estado mediante revisiones periódicas. La normativa española exige:
Revisión cada 3 meses (por el usuario).
Inspección anual (por técnico autorizado).
Retimbrado cada 5 años.
Sustitución obligatoria a los 20 años.
Una inspección técnica puede detectar pérdidas de presión, obstrucciones o caducidad del agente extintor. En caso de uso, aunque mínimo, el equipo debe recargarse de inmediato.
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